domingo, 25 de febrero de 2018

34º Maraton de Sevilla. Resumencillo, ya vendrá la crónica

Muerto, destrozado, derrotado... No. Casi.
Pero muy contento por mi Maratón número 12 finalizada.

Debido a los problemas desde hace un mes con un fuerte catarro, las únicas aspiraciones eran acabarla y para ello intentar mantener un ritmo cómodo el máximo tiempo que pudiera para así tener buenas sensaciones.
Empiezo con algunos problemas con la tos, pero en unos 20 minutos empiezo a llevar un ritmo bastante bueno, y me acoplo bien a él. Con buenas sensaciones. Algo por encima de 6. Decido adelantar los geles. Si me tomo un gel para evitar acalambramiento en el 30 como otras veces ya de nada sirve. Así que lo adelanté mucho, al 17.5 y creo que fue bueno porque las piernas aguantaron aceptablemente.

A partir del 20 me siento que me fallan las fuerzas, demasiado pronto. Lucho por mantener el ritmo, pero eso solo hace anticipar mi caída. No es tanto dolor de piernas, sino cansancio. Me vienen algunos golpes de tos que me producen arcadas y en un par de ocasiones casi vomito. Decido adelantar el gel bomba con cafeína al 27,5 buscando el milagro. Me revuelve el estómago, pero parece que me da más energía para sobreponerme a lo que pudo pasarse por la cabeza de llegar a abandono.
Ahora el dolor de rodilla se suma a la fiesta, sobre todo la izquierda. En el avituallamiento del 32,5 me pongo a andar. Es absurdo no hacerlo, porque si no, entre una cosa u otra puedo salir de allí en camilla.

Me pongo en uno de los modos que más me gusta, el cientounero, voy compaginando trotes que para mi sorpresa son largos. Alguno de más de 1 kilómetro, aunque a ritmo paupérrimo.
El haber acabado rápido con la gasolina, hace que me vuelva la flaqueza. Pero en el km 37 me empieza a acompañar mi hijo Javi. Me anima a trotar de vez en cuando, por lo menos hasta que el dolor de rodilla se hace casi insoportable. Un descanso y vuelta a trotar. Así durante demasiado tiempo. Es lo que tiene el pundonno, que duele lo suyo.
Javi me hace más llevaderos los kilómetros, y lo mejor de todo y que hace que merezca la pena todo éste suplicio, es que me dice que le han entrado ganas a él de participar el año que viene. Si fuera así, coincidiría su edad con la que yo tenía cuando participé por primera vez.
Es para sentirse muy orgulloso. Pero antes debe prepararse muy bien y estar plenamente convencido de querer hacerlo.
Por décimo segunda vez, 195 metros de llegada, el objetivo de todo. En ésta ocasión algo menos disfrutada, pero la carne de la misma gallina.




El tiempo, no muy bueno. Parecía difícil hacerlo peor que el año pasado y lo conseguí: 4h51m51s.

Nuevos amigos que hemos hecho. Un tío con todo el arte del mundo:



Mi 12ª entrada en meta:




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